viernes, 19 de febrero de 2010

COLOMBIA: BILATERALISMO E INTEGRACIÓN

COLOMBIA: BILATERALISMO E INTEGRACIÓN
POR: GEPUD*

La tendencia regional hacia la integración hoy contrasta con la propensión colombiana, ya histórica, hacia el bilateralismo con Estados Unidos. La crisis regional de los últimos días, desatada por el acuerdo de cooperación entre Estados Unidos y Colombia que permite la utilización de algunas bases militares colombianas por parte de personal estadounidenses, ha generado todo un cisma regional. Colombia nunca lo avizoró, sencillamente porque siempre estuvo muy ensimismado como para mirar, o preocuparse, por sus semejantes regionales. Frente a este comportamiento de bilateralismo, aparece el regionalismo animado por Brasil, quien fue en últimas el país que desató la verdadera crisis regional.

El Estado colombiano ha privilegiado históricamente las relaciones con los Estados Unidos (respice polum) a la vez que ha manifestado un gran desprecio frente a sus semejantes (respice similia); manteniendo una agenda bilateral, que privilegia sus relaciones con los estadounidenses, apostando siempre a una mayor integración económica con este país y a un alineamiento político con el país visible del norte, lo cual ha ratificado en los últimos años con la búsqueda de la firma de un TLC, el apoyo exclusivo en la región, en la guerra unilateral de Irak en 2003 y el famoso Plan Colombia. En contraste, las relaciones exteriores con otros países y zonas geográficas, incluido el propio vecindario han sido secundarias, en suma la integración en la región no ha sido exitosa, lo cual se manifiesta en el fracaso de la CAN hoy, y el poco liderazgo en foros internacionales como los Países No Alineados. El rechazo de los países de la región, a la decisión de Colombia de adelantar un acuerdo de colaboración militar con el gobierno estadounidense, se explica en razón de la poca articulación de nuestro país con sus similares. Si hemos privilegiado un dialogo fluido con el polum y un distanciamiento con nuestros similia es comprensible el poco entendimiento que tenemos en la región, lo cual explica, primero, nuestra sorpresa en relación al rechazo, y segundo, la gira diplomática sorpresiva del presidente Uribe.

Por otra parte, la crisis demostró que el mayor doliente en la región es Brasil. Este país le viene apostando a la formación de un bloque regional que posibilite dos cosas: por un lado, la consolidación de un mercado regional abierto para sus firmas; por otro, la consolidación de un centro de poder, que bajo su dirección, contrarreste el unilateralismo estadounidense en la región. En este marco, la Unión de naciones suraméricanas (Unasur) se ha venido convirtiendo no sólo en un escenario de integración económica, sino también en un foro de debate de los asuntos políticos, en especial de los asuntos de seguridad de la región; donde el gran protagonista es Brasil, que se proyecta como potencia regional, a través del ejercicio de liderazgo estructural, buscando los mayores consensos regionales y la neutralización de la injerencia estadounidense en la zona, así como hacer contra peso a la iniciativa de ALBA liderada por la diplomacia petrolera venezolana.

En consecuencia con ello, el estado colombiano se enfrenta a diferentes retos, que se materializan en la necesidad de realizar una serie de ajustes en su política exterior. Por un lado, es recomendable que Colombia diversifique más su agenda y se aparte de una agenda bilateral que ha dejado a un lado, dentro de sus prioridades exteriores, a sus vecinos; y en esa medida, apostarle a UNASUR, como un mecanismo que mitigue el poder del ALBA, y disminuya las tensiones que mantiene con los países miembro de esta. Por otro lado, es importante que la cancillería colombiana salga de su letargo y pueda rendir informes sobre la región, que permitan al gobierno colombiano tener una visión clara sobre lo que opinan sus vecinos frente a sus actuaciones. No se trata de pedir permiso a la comunidad internacional sobre decisiones que hacen parte de la soberanía nacional, sino de tener claro cuales son las percepciones que los vecinos tienen de nuestro país, lo cual implica tener una cancillería que alerte de manera clara sobre la amenazas y las oportunidades que tiene el Estado y la sociedad colombiana en el mundo.



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